La Vida de Kira y Cosas de Gatos

21 de marzo de 2015

El éxito de los gatos en internet


Publicación de PlayGround Artículos


¿Por qué está internet invadido de gatos? ¿Cuáles son los mejores sitios para verlos? ¿Por qué los gatos y no los perros? Hablamos sobre el fenómeno felino en la red y os recomendamos unos cuantos blogs y tumblrs para ver felinos.
Hace unos meses, en junio del año pasado, una noticia destapaba por fin la verdadera y enorme magnitud de la moda de los gatos en internet. La cosa iba así: Google estaba experimentando con un cerebro artificial de tecnología avanzadísima que, a partir de los principios y las ecuaciones de la inteligencia artificial, intentaría replicar la materia gris humana. Se trataba, en definitiva, de desarrollar una red de terminales y procesadores conectados entre sí, al modo de una red neuronal, para que se hicieran búsquedas inteligentes en esa segunda realidad de nuestro mundo que es la virtual. La sorpresa de los científicos y los programadores fue mayúscula cuando, al activar el motor de búsqueda, lo primero que se puso a buscar el cerebro artificial fueron… gatos.

Lo cual nos dice dos cosas: o el experimento fue un fracaso absoluto –porque se supone que el cerebro humano está en una fase de desarrollo tal que debe ir hacia la abstracción y no hacia el felino–, o por el contrario fue un éxito mayúsculo, porque al fin y al cabo lo que hacen muchos humanos –no precisamente tontos– cuando se meten en internet es buscar gatos. Fotos de gatos, vídeos de gatos, memes de gatos, arte inspirado en el gato, todo lo que tenga que ver con ese cuadrúpedo de piel tersa, mirada punzante y uñas afiladas que hipnotiza a su paso y que a algunos nos despierta una irresistible ternura, ganas de acariciar y de jugar. Es normal, por supuesto, que el hombre sienta fascinación por el gato: es la primera vez en nuestra historia que hemos estado en contacto con una inteligencia superior. No hace falta pensar en extraterrestres sabiendo que el gato vive entre nosotros, he aquí una forma de vida evolucionada, perfecta, la única que, en convivencia con el humano, nos lanza miradas de desprecio. El gato sabe que a su lado somos purria, una vulgar chusma, y nosotros, que en el fondo estamos programados para estar sometidos como esclavos –como bien decía Loki en “Los Vengadores”– aceptamos gustosos el dominio del felino.
"Es normal que el hombre sienta fascinación por el gato: es la primera vez en nuestra historia que hemos estado en contacto con una inteligencia superior"
La obsesión del hombre por el gato, como sabrá cualquiera con unas mínimas nociones de la historia de las mascotas, es larga. Animal doméstico –pero nunca domado–, el gato fue el primer cuidador del hogar: en civilizaciones tan antiguas como la del Egipto de los faraones o la mesopotámica, el minimo era un pilar básico para el progreso de las ciudades, al ser el animal que limpiaba de ratas, parásitos y otros roedores los almacenes de grano y volvía más salubre la casa (o el palacio). El perro ha tenido siempre la función (ahora secundaria) de acompañante y cazador, mientras el gato era un eficaz desinfectante autosuficiente que, pasado el tiempo, abandonó su condición salvaje y se transformó en animal manso. De ahí que los antiguos habitantes de la India le atribuyeran dones divinos y su tacto es como entrar en una dimensión elevada del placer: “Dios creó al gato para que el hombre pudiera acariciar al tigre sin temer por su vida”, una frase que a menudo recuerda otro gran cat-lover como Sánchez Dragó.
No siempre ha gozado de esta adhesión completa –en la Edad Media, el gato negro era signo de mal agüero, portador de la mala suerte si se cruzaba en tu camino, y se le representaba como acompañamiento de las brujas–, pero en todas las épocas ha tenido sus ultras, y en la actualidad es, para muchos, la mascota ideal: no depende de tus horarios, sabe cagar y mear sin que le tengas que sacar a la calle (y, de regalo, tapa sus deposiciones bajo una capa de tierra para que no huela), es autosuficiente pero no exento de cariño –aunque normalmente arrima la nariz o se frota contra ti cuando se le acaba la comida o el agua, o directamente cuando busca calor; puto interesado–, y sea de la raza que sea, su perfil augusto es el de una belleza sublime, posiblemente la creación más armoniosa de la naturaleza.
Lógico, por tanto, que los gatos hayan invadido internet. Ante la pregunta de por qué los gatos, y no los periquitos, las sierpes o los canes, habría que responder con conceptos como ‘cuteness’ –no negarán que un gato es mucho más bonito que un vulgar chucho de nariz achatada, como si fuera un ex boxeador, tamaño de ratón y cerdas mal cortadas– y proximidad a la escala humana: el caballo, por ejemplo, es un animal igualmente bello, pero la forma de su cabeza indica un ADN más lejano al nuestro, mientras que el gato es fácilmente antropormofizable: se le pueden poner adornos como cascos, collares y sus dimensiones le permiten jugar con pelotas, aporrear el piano o hacer acrobacias por la casa, como un aficionado al parkour, fáciles de grabar en vídeo para compartir en YouTube con procrastinadores de toda condición.
Así lo he leído y así te lo cuento.





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