La mayoría de personas opinan que no se puede educar a un gato, sin embargo la respuesta correcta es SÍ.
Hay una premisa fundamental a la hora de educar a un gato, está basada en la "psicología" social de los felinos, el gato por su evolución se trata de un animal solitario.
El antepasado del gato doméstico es el gato salvaje norteafricano, un animal solitario y territorial. El gato no proviene de una especie social como el resto de los animales domésticos, en su cabeza no tiene la idea del liderazgo. En un grupo de gatos nunca hay un jefe, un líder. Para el gato nosotros somos los compañeros de piso y entiende que el trato entre compañeros es "de igual a igual", por ello no aceptan que los tratemos con autoridad.
Por ello debemos estar con ellos todo lo posible, hablarles mucho, acariciarlos y jugar con ellos, darles golosinas cuando hacen algo que nos gusta, de esta forma les reforzamos los estímulos positivos.
Para minimizar los estímulos negativos, tenemos que evitar gritarles, castigarles y sobre todo no hay que pegarles nunca. Los castigos siempre serán contraproducentes. Esto no significa que debamos dejar que hagan todo lo que quieran, al contrario hay que hacerles saber lo que no nos gusta que hagan, eso sí, de una forma suave pero insistente. Dar una o dos palmada fuertes. chistarles, o incluso usar una pistola pulverizadora para rociarles ligeramente de agua son formas poco estresantes para ellos, y que los disuade de seguir haciendo esas cosas que no nos gustan.
La clave para educar al gato consiste en tener paciencia, ser constante y seducirle con cosas que le gusten.
Te invito a ver a la Kira y al Negret en plena sesión de aseo personal.
Hasta pronto.
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